Hace mucho tiempo que no entraba a este perfil para escribir algo que me saliera del corazón, para plasmar palabras que me hacen feliz, me dediqué a ser meramente informativo en los quehaceres laborales y descuidé un poco mis sentimientos por estos lares, (ah, prro, hasta rimó) pero aún no supero la felicidad que me generó haber visto a mis Chivas ganar un título, vivirlo desde tan cerca, ser partícipe, de alguna manera y desde mi trinchera, de este logro que tantos millones de mexicanos esperábamos desde hace muchos años.
Dejamos en el camino a Atlas, a Toluca y llegó el momento de bien llamarnos “finalistas”. La presión se fue al cielo, las horas laborales ni se diga, el caos fue inevitable, eramos las víctimas de un equipo plagado de estrellas y de millones a cuestas, pero sabíamos que éramos algo más que once en la cancha, éramos millones los que queríamos ser felices y así fue como el sentimiento se tornó diferente, así fue como la semana se hizo corta y llegó el momento de dejarlo todo: desde nuestras computadoras, lentes, celulares, hasta en las gradas, en la cancha y en todos los lugares donde siempre hay un rojiblanco.
No puedo describir cada momento. Estaba al lado de la persona que me inculcó el amor por esta camiseta. Disfrutó conmigo todo un fin de semana y hasta el hermoso culmen del mismo. Entrevistas, trabajo desde tempranas horas, una increíble serenata, cánticos, todo, todo fue rojo y blanco durante cuatro días. Me faltó mi segunda mitad, pero sé que al final lo disfrutó tanto como nosotros. Sabíamos que un marcador empatado en la Ida era complejo, pero también estábamos seguros, por lo menos de corazón, de conseguir una alegría más en la importantísima historia del equipo más grande y representativo de nuestro país.
Así se siente la felicidad. Ver a tu equipo durante 170 minutos ser el mejor. Así se siente la felicidad. Ver a puros mexicanos saltar de alegría. Así se siente la felicidad. Saltar a la cancha a trabajar sabiéndote ‘colaborador’ de una impresionante gesta. Así se siente la felicidad. Disfrutar a Matías, ‘Chapito’, Edwin, emocionados por ser del Guadalajara. Así se siente la felicidad. Escuchar a 45 mil personas corear el nombre de Chivas. Así se siente la felicidad. Llegar a La Minerva y ver a más de 100 mil personas extasiadas. Así se siente la felicidad. Terminar el día como campeones del futbol mexicano.
Han sido diez meses para mí de mucho aprendizaje, de moverme entre las aguas de un lugar en el que muchos quisieran estar, de ver hacia arriba con miras a ser tan grande como lo es la institución a la que hoy le entrego mi vida, de perder un celular, una gorra, de olvidarme del cansancio y el estrés en menos de dos horas.
Así se siente la felicidad de estar a lado de la gente que amo, de poder compartir esta alegría con los míos, con los que están y estarán ahí, de seguir creciendo para ser una mejor persona, de abrir los ojos y recordar aún cada minutos de ese 28 de mayo del 2017. Así se siente la felicidad de ser del Guadalajara.
