En el futbol mundial existen rivalidades que trascienden fronteras. Tenemos el Clásico Español, el Derby della Madonnina en Italia, el de Londres, entre muchos otros. En nuestro país, a mi parecer, solo hay dos partidos de esta índole con tal importancia: El Clásico de Clásicos entre Chivas y América, además de Clásico Tapatío entre Chivas y Atlas, uno que mueve a dos grandes y otro que es cien por ciento futbolero, sin duda debe ser uno de los más bonitos a nivel mundial.
Este último, al que nunca le había tomado gran importancia por ser defeño, tiene muchos ingredientes que lo hacen único: puedes trollear a tu compañero en la oficina, puedes salir al otro día con tu jersey para burlarte, puedes subir un desplegado o un tweet en redes sociales haciendo menos al otro, y un sin número de cositas más, aunque hay una cruda y triste realidad, la cual ni siquiera tengo que mencionar.
Hace un par de semanas el equipo rojinegro salvó el descenso, y muchos nos preguntábamos si era una bonita opción verlos sufrir, poder burlarnos (más) de ellos, pero hice un profundo análisis de 2 minutos y creo que hubiera sido una catástrofe para Jalisco, para el futbol de la ciudad, para el futbol mexicano en general: ¿De quién se va a mofar el de los 12 títulos? ¿A quién va a agarrar de su patiño por muchos años más? ¿Cómo podremos reír y reír al leer que “ganan en las tribunas”? ¿De quién sentiríamos lástima al sacar su resentimiento en redes sociales? ¿De quién, puta madre?
Este hermoso deporte vive de eso, de partidos que causan morbo, porque al final también es entretenimiento. Hoy agradezco al Club Atlas el haber puesto todo, en la mesa y en la cancha, para quedarse en Primera División, porque las horas interminables de burlas y risas, aún tendrán ese toque especial: son el bebé y acá “Somos el alma de Guadalajara”. Ah, y por cierto, felices 67 años sin título atrasados.
